Las buenas ideas
Erase una vez, en los tiempos en los que las hadas convivían con los humanos, en que una muchacha caminaba preocupada por un sendero. Su abatimiento se debía a su pobreza. Llevaba algún tiempo sin encontrar una forma de ganarse la vida, y sus ahorros empezaban a escasear. Así que la tristeza de la mano del desánimo, iban andando a su lado.
Entonces, un hada se hizo presente y le dijo así: "Si logras tener una buena idea, tus bolsillos se llenarán de monedas de oro." La muchacha sonrió pues nada perdía con intentarlo mientras alcanzaba el próximo pueblo. Así que se puso a pensar con todas sus fuerzas en proyectos y acontecimientos que pudieran parecer buenas ideas a un hada de los senderos.
Pero cuando caía la noche y estaba llegando a la aldea, aún seguía con los bolsillos vacíos. Y no podía imaginarse por qué, pues creía haber repasado todas las costumbres que se les suponían a las hadas, y los deseos que se contaba llenaban sus fantasías. Así que se paró a la entrada del pueblo a descansar, y entonces vino a su mente un pensamiento: Obsesionada por acertar con una buena idea en el mundo de las hadas que le permitiese ganar muchas monedas, no había dado rienda suelta a su creatividad, a su intuición, y a su inteligencia.
Y seguro que si habéis llegado hasta aquí en vuestra lectura ya sabréis lo que ocurrió en este instante: sus bolsillos rebosaban monedas de oro.
(Autor anónimo)
Erase una vez, en los tiempos en los que las hadas convivían con los humanos, en que una muchacha caminaba preocupada por un sendero. Su abatimiento se debía a su pobreza. Llevaba algún tiempo sin encontrar una forma de ganarse la vida, y sus ahorros empezaban a escasear. Así que la tristeza de la mano del desánimo, iban andando a su lado.
Entonces, un hada se hizo presente y le dijo así: "Si logras tener una buena idea, tus bolsillos se llenarán de monedas de oro." La muchacha sonrió pues nada perdía con intentarlo mientras alcanzaba el próximo pueblo. Así que se puso a pensar con todas sus fuerzas en proyectos y acontecimientos que pudieran parecer buenas ideas a un hada de los senderos.
Pero cuando caía la noche y estaba llegando a la aldea, aún seguía con los bolsillos vacíos. Y no podía imaginarse por qué, pues creía haber repasado todas las costumbres que se les suponían a las hadas, y los deseos que se contaba llenaban sus fantasías. Así que se paró a la entrada del pueblo a descansar, y entonces vino a su mente un pensamiento: Obsesionada por acertar con una buena idea en el mundo de las hadas que le permitiese ganar muchas monedas, no había dado rienda suelta a su creatividad, a su intuición, y a su inteligencia.
Y seguro que si habéis llegado hasta aquí en vuestra lectura ya sabréis lo que ocurrió en este instante: sus bolsillos rebosaban monedas de oro.
(Autor anónimo)